El pincel de tus pestañas

El pincel de tus pestañas
pinta el lienzo que cielo es, tu iris;
tu pupila un universo
envuelto en frágil lágrima de nada...

¡No hay estrellas, no hay agua, ni cielo!
Ni pintor, ni pinceles, ni sueño.
Y sólo fue real tu mirada,
y en tu cosmos se perdió mi ego.

Yo y tus palabras

Transpira el miedo
y atraviesa los poros de mi alma,
que no es sino burda esclava,
que se funde en el hielo
del vapor de tu cama,
de tu gesto insincero,
que se ahoga palabras
cuando te oye un te quiero.

Permítemelo

¡Permítemelo, oh vida!
Tú has sido la causa,
el camino, la meta,
tú la alegría.

Tu creas el llanto,
lo cesas, lo justificas.
Me arrancas las alas,
¡eres un milagro!

Concédemelo, te lo suplico.
Ahora comprendo que erré,
que te soñé alcanzable
¡y hasta los sueños evito!

!Que nunca entendí tus ojos!
Como cristales en fuego,
Creílos fundirse en mi pecho
y ahora se me han roto.

Y por eso he de rogarte,
por amor, por deseo,
por coraje, por ira;

por tu risa, por tus ojos,
¡Por mis sueños!, mi vida,
!Déjame olvidarte!

Rima anonimada IV

Aunque me duela, mi amor,
creo que al fin ya lo comprendo;
que tú sólo eres soñable
y yo sólo a ti te sueño

Cenizas en la escarcha

Y se cubrirá de cenizas
la escarcha que atrapa a mi alma
y así matará tus flores
que los suspiros me arrancan

Y no limpiará el amor,
hará, más bien, ocultarlo
y aunque un día fuimos dos,
tu uno quedará manchado.

Rima anonimada III

Crea una hoguera en la garganta,
que no ahoga la cascada del temor,
que imanta hierros al pecho,
no la vida, no la muerte; tu visión.